El pasado año, las exportaciones bananeras ascendieron a 2.607 millones de dólares, incluyendo en esa cifra las ventas de plátano por 85 millones, lo cual significa que el banano como fruta fresca tuvo solamente 2.522 millones, inferior a lo que correspondió al camarón (2.571,8), por lo que lo destronó luego de varias décadas de cómodo reinado nacional. Se demuestra el enorme empuje del empresariado camaronero. Otros productos del sector se abren paso para seguir su ejemplo, destacándose las flores naturales, el brócoli y el espárrago, de grandes perspectivas internacionales, a lo que se suma ahora la quinua, de enorme expectativa y de rápido ascenso.

Lo expresado motiva reflexiones respecto del banano que, aun cuando ha crecido, tiende a perder espacio en algunos países consumidores. Tal es el caso de Estados Unidos, donde habiendo sido protagonista, ha sido reemplazado por Guatemala; escenario que se reitera en la Unión Europea, que es tentada por las exportaciones centroamericanas, de Colombia y hasta de Filipinas. A pesar de que subsiste el misterio sobre la real superficie sembrada de banano, con fines de exportación, lo cierto es que existe suficiente disponibilidad de oferta con la gran alternativa de elevar rápidamente su reducida productividad si se agrega innovación tecnológica, aún insuficiente; esto lleva a la conclusión de que se podrán atender los requerimientos de una población mundial que lo demanda firmemente. Ecuador creció en volumen en 2014, alrededor de 38,7 millones de cajas, pero debió ser mucho más, de no permanecer vigentes una serie de regulaciones y malas interpretaciones legales que obstaculizan la dinámica de un bien que no admite demoras por ser perecedero, de obligada continuidad en su cadena refrigerada, que de otro modo afectan su calidad y bien ganado prestigio.

En tanto, son tantos los requisitos por cumplir, algunos innecesarios, que desestimulan la inversión y afectan la competitividad. Es increíble que tenga que rendirse una fianza para realizar las exportaciones, medida que implica altos costos y dificultad de cumplimiento, conociéndose casos de inversionistas nacionales y extranjeros que desisten de afincarse en Ecuador por estos obstáculos, que además se mueven de acuerdo con la discrecionalidad de funcionarios de menor rango. Es poco menos que imposible alcanzar un registro de exportador, los productores cuando alcanzan un rendimiento por hectárea superior a 40 cajas por semana deben superar un trámite particular para demostrar que han mejorado su productividad por las labores y tecnologías que les han significado tiempo y dinero.

Sin duda, este frustrante panorama llevó al jefe de Estado a fustigar lo que él denomina la «tramitología», que le ha ganado la batalla, y bien ha dicho que “no hay mejor trámite que el que no existe”, abogando por los controles posteriores que no interfieran los procesos. Aspiramos a que pronto se desmonten las superfluas restricciones que llevaron al banano a ceder el liderazgo en las exportaciones no petroleras.

Fuente: eluniverso.com