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NORMAND GARCIA
EL SOL DE YAKIMA

Una empresaria de productos orgánicos que ha perdido gran parte de su producción agrícola debido a la falta de agua en California, visitó el Valle de Yakima para hablar sobre las consecuencias que ha tenido la nefasta sequía en la industria agrícola de ese estado.
María Inés Catalán Rebolledo, es propietaria de Catalan Family Farm, un rancho de 58 acres, en Hollister, California, que hasta hace unos años generaba un millón y medio de dólares en ventas, abastecía 20 mercados de productos agrícolas y generaba empleo de tiempo completo a unas 50 personas.
Para esta inmigrante mexicana, que proviene de una tercera generación de trabajadores agrícolas, la fundación de su rancho en 2001, era la realización del Sueño Americano. Todo iba bien, hasta que llegó la sequía.
Desde 2011, cuando California empezó a sufrir falta de agua, el rancho de Catalán Rebolledo empezó a reducir drásticamente la producción de sus tierras hasta llegar solo tres acres fértiles. Esto le costó la pérdida de todos los contratos que tenía con los mercados de productos agrícolas de California. En 2014, solo generó 40,000 dólares en producción y este año, aunque sus áreas de cultivo han aumentado a 14 acres, la falta de agua sigue siendo un dilema con incierto futuro. Actualmente, solo emplea ocho personas.
Según un estudio reciente de University of California, Davis, este año, la sequía le costará 2.7 billones de dólares a la economía de California. La actividad agrícola de California tiene un valor estimado de 46 billones de dólares y genera una actividad económica de 100,000 millones de dólares cada año, de acuerdo al Departamento de Alimentos y Agricultura de California (CDFA).
“Yo he venido a dar testimonio de lo que está sucediendo [en California]”, dice Catalán Rebolledo, de 53 años en entrevista con El Sol de Yakima. “Soy espejo y reflejo de algo que está [afectando] a cientos de agricultores que no figuran en las estadísticas”, agrega.
Catalán Rebolledo llegó a Washington invitada por Rural Community Development Resources (RCDR) —una organización sin fines de lucro que ofrece préstamos y programas educativos a los trabajadores agrícolas de origen hispano en el Valle de Yakima—, para entrevistarse con los productores locales y lanzar una voz de alerta sobre el cuidado que deben tener con el agua.
“Hay que buscar otras alternativas de producción donde se utilice menos agua”, alerta Catalán Rebolledo indicando que los agricultores hispanos deben aprender a reciclar agua para poder producir o empezar a explorar alternativas sostenibles.
La agricultura de California produce más de un tercio de los vegetales que consume EE.UU. y utiliza más del 80 por ciento del consumo de agua en ese estado, pero la gravedad de la sequía es tan grande que las autoridade ordenaron por primera vez en su historia restricciones de agua. Los que incumplen son sujetos a multas.
La semana pasada, algunos condados del Centro de Washington, incluyendo Yakima, fueron catalogadas como “zonas de desastre” en caso de sequía, según dieron conocer autoridades del Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA). La medida ofrecería préstamos de emergencia a los agricultores que se vean afectados por la falta de agua.
Para Catalán Rebolledo, cuya labor como activista por los derechos de los agricultores hispanos y la conservación del agua ha sido reconocido por USDA, la sequía no muestra signos de disminuir en corto plazo, y el futuro de esta industria agrícola es incierto.
“(La sequía) ha afectado mi negocio en un 90 por ciento. Ha afectado mi salud, mi economía y hasta a las personas que trabajaban para mí”, dice Catalán Rebolledo. “Nadie sabe lo que va a pasar a futuro”, agrega.

GORDON KING/El Sol de Yakima Rafael López, propietario de Lopez Farm, en Sunnyside, le enseña a María Inés Catalán, una empresaria agrícola de California, la producción de melones, en Sunnyside, el 30 de junio de 2015.